*Angeles Negros se presentará el próximo 03 de Octubre en el Teatro Metropólitan
Se vivió una tarde de recogimiento y de emoción pura cuando se celebró un homenaje post mortem al Dr. Mario Hernán Gutiérrez Contreras, líder y fundador de Los Ángeles Negros, una figura cuyo legado sonoro y emocional trasciende generaciones. En un acto cargado de respeto y reconocimiento artístico, se reunió lo mejor del mundo académico, cultural y musical para honrar su memoria, reafirmando que su huella no solo marcó a su agrupación, sino a toda la música latinoamericana.
La ceremonia estuvo encabezada por el Dr. Adrián Montillo Guillén, rector del Instituto de Certificación Monterrey; lo acompañaron el Dr. Jorge Adrián Medina Martín, rector de la Universidad de Artes y Oficios, y el escritor Jorge Nobel, presidente del Honorable Claustro Doctoral. También estuvo presente Juan Hernández, el actual mánager de Los Ángeles Negros. Frente al público y medios, las autoridades académicas relataron la trayectoria de Gutiérrez, describiendo no solo éxitos musicales, sino el hombre detrás del acorde, el espíritu del creativo que supo fundar, persistir, amar la música, y transmitirla.
Mario Hernán Gutiérrez Contreras fue, desde los albores de Los Ángeles Negros, ese puente entre la intención romántica y la fórmula innovadora. Nacido en Chile, cofundador de la banda en 1968 en San Carlos, Gutiérrez no solo dio vida a acordes, sino a una forma de sentir la balada, el bolero, el bolero-beat, la balada rockmántica, mezclas sonoras que al fin y al cabo se convertirían en banderas del desamor, del abrazo ausente, de la nostalgia.
Su guitarra, su ingenio, su persistencia le conferían no solo autoridad sino corazón. Los Ángeles Negros, con él como líder, atravesaron décadas de cambios, llegadas y despedidas, pero siempre mantuvieron un vínculo sentimental con el público latinoamericano, sobre todo en México, donde su música fue bandera de amor, de pérdida, de celebración íntima.
Durante la ceremonia, se rememoraron canciones como “Murió la flor”, “Y volveré”, “Déjenme si estoy llorando” —no solo como repertorio, sino como capítulos de preocupación humana, memorias compartidas entre miles de oyentes que hallaron en su voz o en su guitarra compañía, consuelo, espejo. En distintos discursos, se habló de cómo Gutiérrez logró lo que pocos: articular el dolor con belleza, el recuerdo con esperanza, la melancolía con poesía.
Se otorgó un Doctorado Honoris Causa al Dr. Mario Hernán Gutiérrez Contreras, reconocimiento que lo coloca no sólo como músico legendario, sino como persona cuya obra trasciende el entretenimiento para convertirse en patrimonio cultural. Fue palpable, al escuchar los testimonios de quienes compartieron escenario con él, quienes aprendieron de él, quienes lo acompañaron, cuánto representaba su presencia, su voz, su mano firme al dirigir los acordes, su alma al sentirlos. Juan Hernández, como mánager, rememoró también su compromiso, su lealtad hacia los músicos, su exigencia artística, pero sobre todo su humildad.
El tributo sirvió también como antesala y como llamado de atención a que su espíritu sigue vivo en las cuerdas de cada guitarra, en los coros de quienes cantan sus canciones, en la emoción que renace cada vez que alguien entona “Y volveré”. El 3 de octubre próximo, Los Ángeles Negros harán una presentación especial en el Teatro Metropólitan, en la que estarán como invitados especiales el tributo. Los boletos para esa velada ya están a la venta a través del sistema Ticketmaster. Será, seguramente, una noche donde no sólo se celebre un concierto, sino un reencuentro íntimo con lo que Gutiérrez creó: el puente entre lo humano y lo musical.
Ese día, el Teatro Metropólitan se vestirá con más que luces: se vestirá con gratitud, con memoria, con la voz de los ausentes y con la certeza de que la música, cuando es tan pura, no muere. Terminada la ceremonia, muchos se quedaron en silencio, otros cantaron en coro, otros simplemente permitieron que sus ojos brillaron al ritmo del recuerdo. Fue un homenaje cálido, sincero, literario en sus emociones, auténtico en su admiración: como debe ser cuando se rinde tributo al poeta de las melodías que han acompañado tantas vidas.
Domo de Cristal
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