
SonoraPower por Demian Duarte
Hay personas en la llamada oposición que todavía se preguntan cómo es posible que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tenga altos índices de aceptación y popularidad entre la población. Incluso, se la pasan inventando teorías de la conspiración acerca de la calidad de las encuestas que la miden: si están “cuchareadas” o si, de plano, la Presidencia de la República ya compró a todos.
Nunca voltean a ver sus resultados ni los hechos tangibles de avances en todos los ámbitos de responsabilidad del gobierno, que hacen que la gente realmente aprecie su trabajo y, por lo tanto, respalde a la presidenta de la República.
Ayer hacía en este espacio un recuento de las estrategias que han permitido reinstaurar la movilidad social, lo que posibilita que personas de estratos medios accedan a niveles superiores en su calidad de vida —medida por ingresos o por deciles económicos—. Pero también hay muchas personas de los estratos más bajos que han logrado mejorar significativamente sus condiciones.
La estrategia de sacar a cientos de miles de personas de la pobreza cada mes, hasta acumular cifras enormes, de 17 o 20 millones de personas que han logrado superar la adversidad económica y avanzar en la resolución de sus necesidades, tiene un impacto enorme.
El otro gran asunto es la estrategia de seguridad, cuyos resultados son medibles y tangibles, y también influyen fuertemente en la percepción de la ciudadanía.
Ayer se informó que los homicidios bajaron 37% en 13 meses y que prácticamente todo tipo de delitos registró una reducción, incluso en los estados considerados más violentos. Y, mire, la única reacción de la comentocracia ante estos datos duros es salir a gritar que “están mintiendo”, cuando lo cierto es que existe una estrategia contra el crimen que está dando resultados más allá de los delitos de alto impacto que suelen destacar de manera amarillista los medios que consume la oposición.
Obviamente ninguno de esos dos efectos —y aclaro que hay otros muchos factores que impulsan la popularidad de la presidenta, como su efectividad en la agenda internacional y su manera de lidiar con Donald Trump— está a la vista de quienes viven en una burbuja, rodeados de personas de su mismo círculo, que muy posiblemente ya tienen una opinión formada, incluso negativa, respecto a la 4T, la presidenta y todo el entorno político.
Sin embargo, los índices de popularidad de los que goza Sheinbaum son impresionantes. Ayer apareció una encuesta de Consulta Mitofsky que muestra un efecto curioso: más allá del 71% de aceptación que otorga a la presidenta, evidencia que su popularidad crece mes con mes, sin que exista un desgaste por las estrategias y la propaganda de la oposición mediática, ni por errores, fallas políticas del círculo cercano o malas decisiones que haya tomado (que sí las hay).
Otros ejercicios demoscópicos indican niveles similares e incluso señalan que tres de cada cuatro mexicanos la avalan.
Esos números son impresionantes y hablan de una presidenta querida por su pueblo, con credibilidad y amplio respaldo. Esto tiene a los muchachos del bloque opositor desconsolados, pues no han encontrado el antídoto para afectar a Sheinbaum, así como nunca encontraron el “antiamlo”.
Lo que no terminan de comprender es que la presidenta tiene una sólida base de apoyo más allá de las clases medias altas, que fueron las que tradicionalmente movieron ese espectro llamado “opinión pública”. Hoy existe una enorme masa poblacional que percibe que las cosas han cambiado para bien bajo el mandato de la 4T.
Y, además, son personas movilizadas, que opinan y respaldan a la presidenta.
Naturalmente, hay algo de negación de la realidad entre quienes no alcanzan a verlo, así como un deje de clasismo y desprecio hacia “los otros mexicanos”, aquellos que “no saben, no piensan, no entienden”, simplemente porque no coinciden con las visiones de desastre que cada día proyectan los grupos filopanistas y priistas resentidos porque les fue arrebatado el poder.
Correspondencia a demiandu1@me.com | En X @Demiandu
Domo de Cristal
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