
Sonora Power por Demian Duarte
Lo sucedido ayer en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México a la presidenta de la República es algo inaudito.
Imagínese usted: la jefa del Poder Ejecutivo Federal, Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas, fue víctima de una agresión sexual por parte de un sujeto en evidente estado de intoxicación por alcohol o drogas.
La intención era que la presidenta de la República llegara a pie a un acto realizado en las antiguas instalaciones de la Secretaría de Educación Pública y pudiera convivir con los paseantes de esa zona de la capital. Se trataba de mostrarla a ras de suelo, accesible, en contacto con los ciudadanos, como a ella le gusta ser vista.
Todo marchaba bien hasta que un descuido de la ayudantía —si se quiere, un instante— trajo consigo este momento indignante. Reproducirlo en fotografías o videos sería tan repugnante como el hecho mismo.
La presidenta fue víctima de acoso, tocamientos y, en suma, de abuso, por parte de un sujeto que ve a las mujeres como objeto. El detalle es que se trata de Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México y de todos los mexicanos. Independientemente de si algunos están o no de acuerdo con ella, el hecho es inaudito: el hombre que la agredió sexualmente bien pudo haberla agredido físicamente. Pudo atentar contra ella, y eso es muy grave.
La presidenta representa un símbolo de empoderamiento femenino. Ella misma ha reiterado que, al llegar ella, han llegado todas las mujeres de México. Lamentablemente, este hecho demostró también cuán vulnerables siguen siendo las mujeres de este país ante el machismo y las agresiones.
Soy padre de familia; hijo, sobrino y nieto de mujeres; tengo esposa, una hermana que falleció, primas, sobrinas, cuñadas y colegas periodistas. Todas ellas merecen respeto. Veo en la presidenta de la República un símbolo de esperanza: la posibilidad de que las mujeres de México puedan salir adelante y dejar atrás el acoso y la violencia que por décadas han sufrido en una sociedad machista.
Es evidente que hubo una falla muy grave por parte de quienes están a cargo de la seguridad de nuestra presidenta. Al final del día, Claudia Sheinbaum Pardo está por encima de la persona: representa a todas las mujeres de México, a la institución presidencial y al gobierno de la República.
La presidenta es una mujer inteligente, desarrolla un proyecto de nación, ha sabido navegar en aguas turbulentas y ha logrado sacar adelante al país. Si observamos el entorno actual, habrá que decir que el horno no está para bollos. Hace unos días asesinaron al alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, durante un acto público. Hay violencia, hay riesgos, y no, ni siquiera la presidenta tiene derecho a ponerse en peligro, porque al hacerlo pone en riesgo la estabilidad y la viabilidad de México como nación.
Es indispensable que se tomen cartas en este asunto y se evite, a toda costa, que la presidenta vuelva a estar expuesta. Podríamos decir que, en esta ocasión, se trató de un incidente desagradable y que, por fortuna, no pasó a mayores.
El problema es que una agresión sexual a la presidenta de la República sí es un asunto mayor. Al ser agredida, la presidenta mostró que cualquier mujer mexicana puede serlo, y eso no podemos asumirlo ni aceptarlo como sociedad.
Claudia Sheinbaum no puede estar expuesta a estas situaciones, mucho menos a una agresión violenta.
No puedo ni siquiera imaginar el tipo de crisis que se desataría en México si llegara a sucederle una desgracia a la mujer que hoy representa la esperanza de millones de mexicanos.
Correspondencia: demiandu1@me.com | En X: @Demiandu
#SonoraPower
Domo de Cristal
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