
Sonora Power por Demian Duarte
Acompañé, como cientos de miles de personas, a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en el festejo por los siete años de la Cuarta Transformación y pude constatar de manera directa el enorme apoyo que tiene entre la población este movimiento político y social que ella encabeza y que tiene como meta central la recuperación de la dignidad de México como país y de los mexicanos como pueblo.
Ha quedado claro que el gobierno que dirige Sheinbaum Pardo, tal como lo hizo en su momento su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, ha colocado en el centro de sus políticas a la población más pobre, a los más desprotegidos y a la clase trabajadora, con el objetivo de brindarles opciones reales.
Regresar la dignidad a un pueblo que fue explotado, malbaratado en el mercado laboral, insultado y discriminado durante años y años de políticas absurdas asociadas a la visión radical del neoliberalismo —que promovió el saqueo del país para beneficio de unos cuantos— no es un proceso sencillo.
De hecho, la fase de preparación para el resurgimiento del país ha tomado años, porque primero era indispensable reconstruir el tejido social y restablecer los mecanismos e instituciones que permitieran avanzar.
Los gobiernos neoliberales, además de organizar una especie de venta de garaje en la que todo bien público y toda riqueza nacional se utilizaba para beneficio de intereses particulares —ya fueran de los propios gobernantes o de sus socios y amigos— se dedicaron a demoler los servicios públicos. Intentaron privatizar la salud, convirtieron el acceso a la vivienda en privilegio de unos cuantos y cancelaron la movilidad social.
Incluso intentaron privatizar la educación pública, creando esquemas de cuotas y dificultando el acceso a la educación superior, de modo que fuera privilegio de los hijos de familias adineradas.
Implementaron una política criminal de contención salarial y fueron anulando poco a poco derechos ya conquistados por la clase trabajadora.
Todo esto con el propósito de beneficiar a un sector empresarial al que, además, ni siquiera se le exigía el pago de impuestos.
La presidenta Sheinbaum Pardo está determinada a persistir en la restitución de derechos y en el fortalecimiento de la movilidad social, y esa fue la esencia de su mensaje en el Zócalo el 6 de diciembre.
Ahí dijo: “Que se escuche bien: ¡Llegamos al gobierno para dar continuidad y profundizar la Cuarta Transformación de la Vida Pública de México!”
Y agregó: “Hoy está más claro que nunca que la corrupción y los privilegios del neoliberalismo dañaron profundamente a nuestra patria y a nuestro pueblo. Treinta y seis años de ese modelo económico y político dejaron como herencia pobreza, desigualdad, entrega de nuestros recursos naturales a intereses privados nacionales y extranjeros, pérdida de soberanía, violencia y corrupción”.
En ese contexto, señaló que existen fuertes resistencias, mentiras y campañas bien orquestadas y financiadas para intentar detener el cambio que impulsa su gobierno.
Y lanzó una advertencia que me quedó claro y resonando en la mente:
“Por más campañas sucias que paguen en redes sociales; por más compra de bots y robots; por más alianzas con grupos de interés en México y en el extranjero; por más consultores de comunicación que contraten para inventar calumnias y mentiras difundidas en algunos medios; por más intentos de hacer creer al mundo que México no es un país libre y democrático; por más comentócratas o supuestos expertos que inventen historias de ficción; por más alianzas que quieran tejer con el conservadurismo nacional y extranjero; por más que hagan todo eso: ¡no vencerán al pueblo de México ni a su Presidenta!”
Y mire usted: en el Zócalo resonó una y otra vez la expresión de miles de gargantas que salieron a decirle a Sheinbaum que no está sola.
La presidenta también volvió a lanzar un jalón de orejas, quizá la última advertencia, a quienes dentro de su movimiento y de su gobierno aún caen en excesos o creen que todo es una pantomima:
“No puede haber justificación moral, ética ni política para que quienes sirven al pueblo vivamos rodeados de lujos o privilegios; mucho menos si se asumen como parte de un movimiento que, desde su origen, prometió poner fin a los abusos del poder y transformar la vida pública de la nación”.
Sheinbaum afirmó que el modelo humanista funciona y que existen datos duros y estadísticas que lo demuestran.
“Nos guía la honestidad y el amor profundo al pueblo. Nos guía la convicción de que la prosperidad es compartida o no es prosperidad. Nos guía la palabra ‘justicia’ en su más amplio sentido: justicia social, justicia ambiental, justicia para los pueblos indígenas y afromexicanos, justicia para las mujeres y justicia para todas y todos los mexicanos por igual”.
A quienes no parece quedarles claro que México cambió —y sigue cambiando— es a los opositores, que continúan construyendo una narrativa que nadie puede ver: la narrativa de que todo está mal y que el país avanza hacia el desastre.
Correspondencia a demiandu1@me.com | En X @Demiandu
Domo de Cristal
No hay comentarios